26/6/09

Manifiesto Dada (Fragmentos)

Tristan Tzara

dADa fue un subproducto de la época de las vanguardias, sin embargo las ha transcendido y el dadaísmo, de manera más o menos consciente, está más presente hoy en muchas formas de entender el arte, la cultura, el pop, los grafittis de las calles y en la vida, que todas las vanguardias juntas. Y muchas de las afirmaciones de Tzara siguen vigentes casi un siglo después.
El Manifiesto Dada fue publicado por Tristan Tzara en 1918 en la revista Dada en Zürich, donde los dadaístas se refugiaban de la Gran Guerra en torno a una cervecería que sería llamada Cabaret Voltaire, convertida ahora en refugio de neohippies antisistema.
Los fragmentos siguientes están tomados de Manifiesto Dada, Tristan Tzara, editorial Anagal >máquina textual deseante<, anagal@no-log.org. No consta nombre del traductor.
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(…) Yo escribo un manifiesto y no quiero nada a cambio, y sin embargo digo algunas cosas y por principio estoy contra los manifiestos, como, por lo demás, estoy contra los principios; decilitros para medir el valor moral de cada frase. Demasiado cómodo: la realidad ha sido inventada por los idealistas.
Escribo este manifiesto para demostrar como se pueden llevar a cabo al mismo tiempo las acciones más contradictorias con un único y fresco aliento; estoy contra la opinión y a favor de la contradicción continua, pero también estoy por la afirmación. No estoy ni por el pro ni por el contra y no quiero explicar a nadie por qué odio el sentido común. Ya no queda nada. Dada. ¿Te acuerdas del hoy hecho mañana?
(…)
El espectador que trata de explicar una palabra es un confabulador: el público infame que quiere conocer a toda costa. La gente se suicida hoy con la cadena del váter; el mañana se presenta tan higiénico que deseo regurgitar sobre él. Así terminaremos todos, colgados del retrete.
(…)
La obra de arte no debe ser la belleza en sí misma porque la belleza ha muerto; ni alegre ni triste, ni clara ni oscura, ni nada en definitiva, nada de nada, niente, nada. Una obra de arte nunca es bella por decreto, nada puede ser algo por decreto, ¿quién decreta objetivamente y para todos? La obra de arte no tiene ni puede tener amo, ni dueño, ni autor, ni usuario, ni observador, porque como tal no existe. Por ello la crítica es inútil, no existe más que subjetivamente, sin el mínimo carácter de generalidad. ¿Hay quien crea haber encontrado la base común a toda la Humanidad? La religión, que cubre con sus amplias alas: la mierda, las bestias, los días. Credos abstractos, salmodias, recitaciones y demás actos de fe sucumben incongruentes ante la necesidad de Dioses.
¿Cómo se puede poner orden en el caos de infinitas e informes variaciones que es el Hombre? Lo que se sigue llamando “cultura” no es más que el barniz con que se quiere esconder la miseria cotidiana. Sofisticación de lo muerto, relojes que miden el vacío de una vida dedicada a hacer cuentas. Mi amor, ¿cuánto nos queda? Dada quiere tragarse la vida. Nada de piedad. Dada no es una curva pintada en un lienzo ni unas cuantas líneas escritas sobre hojas blancas. No hay obras que valgan si no hacen la vida mejor que el arte. Hasta ahora el arte no ha hecho más que decorar la vida, ahora quiere transformarla. Lalala.
Así nació dAdA, de una necesidad de independencia, de desconfianza hacia la institución. Los que están con nosotros conservan su libertad. No reconocemos ninguna teoría. Basta de academias cubistas y futuristas, laboratorios de ideas formales. ¿Sirve el arte para amontonar dinero y acariciar a los gentiles burgueses? Las rimas acuerdan su tintineo con las monedas y la musicalidad resbala a lo largo del vientre visto de perfil. Todos los grupos de artistas han ido a parar a este banco a pesar de cabalgar distintos cometas. Se trata de una puerta abierta a las posibilidades de revolcarse entre muelles almohadones y una buena mesa. Las últimas vanguardias no han hecho más que escoger su menú. Nosotros vamos a elegir a quién nos comemos.
Dios ha muerto, ¡dada vencerá! 1, 2, 6. Dada no trabaja, juega, 7, 5, 3. Dada no se casa, ama. 5, 4, 13. Las matemáticas lo prueban cuando Euclides se vuelve malva. Cuentas de hados. Desconfíen de DadA. Nuestra sangre es vigorosa. La electricidad es inútil sin el manantial de la herida.
(…)
El arte, la obra, la estupidez y la obra de arte no son más que la falsa rareza de una fiebre que se aprehende con calentura. Escribe, déjalo salir. ¿Qué puede pasar?, ¿que muera alguien más? Tranquilo, tú descansa y vete a la cama temprano. Mañana te espera un duro día de trabajo. Al día siguiente te levantarás y a lo mejor tu mediocridad sufrirá un arrebato certero al sentirse tentada. ¡Qué difícil es sentirse normal!
Todo tu tú es una pantomima. Una improvisación pactada. Nada consigue ser real para siempre. No me gustan tus pescados, ni tus ahorcados. ¿Hay alguien ahí que todavía sepa pescar?
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El nuevo artista protesta, ya no pinta (reproducción simbólica e ilusionista), sino que crea directamente en piedra, cóctel de gambas, hierro y fiambre reciclado bloques de organismos móviles a los que el límpido viento de la lucha de clases hace parpadear. Los sentidos dan vueltas en torno al poder de la imagen mientras la autonomía crece como una ostra en el ano.
Toda obra pictórica o plástica es entonces inútil, como la cuchara para el filete; sólo sirve de monstruo o para atragantarse. Para dar miedo a los espíritus serviles y no como algo dulzarrón que ornamenta los refectorios. Animales vestidos de paisano que ilustran la fábula triste de la humanidad con cruces y sortilegios. Por eso la razón nos aconseja como el peor de los gobiernos: sin piedad. El sueño se convierte así en un sonámbulo burgués y romántico. Dándole al pueblo todo el opio del bienestar que necesita; sólo los imbéciles, los artistas y los administradores de fincas acuden a él como las moscas a la tonsura nocturna de un seminarista. ¡Es tan dulce el cianuro si me lo das de tu boca!
(…)
Me gusta una obra antigua por su novedad. Tan sólo el contraste nos liga al pasado. Los escritores que enseñan la moral y discuten o mejoran la base psicológica tienen, aparte del deseo oculto del beneficio, un conocimiento ridículo de la vida que ellos han clasificado, subdividido y canalizado. Se empeñan en querer ver danzar las categorías apenas se ponen a marcar el compás. Sus lectores se carcajean y siguen adelante: ¿con qué fin? Hay una literatura que no llega a la masa voraz. Obras de creadores nacidas de una auténtica necesidad del autor y sólo en función de sí mismo. Consciencia de un supremo egoísmo. Lo que puede parecer una acto de desobediencia a cualquier ley se convierte en una aplastante máquina de reproducción, en una cópula loca de actos fallidos, intentos cansinos de original aislamiento que no conducirán sino a una burbuja aún más demoledora por lo grande y uniforme.
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Todo el mundo opina sobre el desastre del mundo. Y casi todo el mundo opina que es un desastre. Y que si sigue el desastre será un desastre muy desastre. Y opinan que opinan que es un desastre. Y se mueren. Y sigue el desastre. Pero ya no opinan. Opinan otros. Lúcidos sobre el pasado, ciegos sobre el presente; así nos engañamos generación tras generación.
Dada ya no opina. Nosotros desgarramos como un furioso viento la ropa de las nubes y de las plegarias y preparamos el gran espectáculo del desastre, el incendio, la descomposición. Preparamos la supresión del dolor y sustituimos las lágrimas por sirenas tendidas de un continente a otro. Banderas de intensa alegría viudas de la tristeza del veneno. Dada no es un poeta que escribe bellas frases. La poesía es la vida misma cuando uno se la juega.
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El arte me repugna desde el momento en que se transforma en un sistema espectaculativo y pierde su carácter de subversión. Los productos de su arte son el arte de hacernos productos.
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Occidente ha hecho del aburrimiento un delicado jarrón al que llama cultura. La claridad de los museos es la manifestación de que el arte se ha hecho inofensivo. Si no has encontrado nada, busca otra cosa. ¿Es tu primera guerra? Comedia del arte. Dada no es el payaso de vuestro circo. Hacer poesía, producir obras, apoyar la cultura e irse a la cama. Cuando la mecha se apaga los intermediarios cobran sus beneficios. Yo estoy contra los sistemas: el único sistema todavía aceptable es el de no tener sistemas. Disfrutar el viaje, no pasarse la vida en el puerto para cuidar el barco. Sois unos aburridos chistosos. Las certezas del resentimiento pudren el mundo. DADa es quizás. daDA es el color violeta cuando pasa la frontera sin que nadie se entere. La vida ya no es una enfermedad vergonzosa.
(…)
Dada mata al autor que llevas dentro. Dada no tiene fama. Dada tiene hambre y sed. ¿Qué clase de poesía es esa que prohíbe todas las palabras que necesitamos con el pretexto de que no tienen estilo? Ese estilo que llevan bien visible en su chaqueta. Una odalisca perdida en un parque desierto. La decoración que los generales llevan en sus hombros por haberte matado. Qué bonito es tu estilo. Debe ser caro. ¿Cuántas horas de renuncia te ha costado? ¿Qué hora es en el contador de tus evidencias? ¿Quién eres para pensar que me conoces? Y además, ¿tengo que explicarte por qué y cómo hago esto? Con tus ojos apuntando hacia la carne verde. El tren de las 23:47 ha descarrilado sobre tus renuncias. Figuras decapitadas que van al amarillo sin pensárselo. Con un hueso te crees fuerte y ladras. Corazones carnívoros en habitaciones blindadas.
La libertad y el deseo son los únicos motivos que merecen seguir comiendo. Dada pasea por las calles vacías y las llena de artefactos. Busca túneles escondidos cuando los vestidos ya no visten a nadie. D a d a ya no está aquí. Saca a pasear sus veinte siglos de insignificancia y vuelve con un martillo.
Pero todo sigue tras el seísmo y el pánico; el sudor continúa escapando al sudor, apestando a lo mismo; y las margaritas degollan enamorados sin interrogatorio previo.
Las próximas generaciones mamarán de los senos amorfos de la tecnología, de la mujer que me observa desde el otro lado de la delgadez. Pero la historia se sigue estimulando por la publicidad de los varones; globos encefálicos inflados de semen primitivo.
(…)
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