23/6/09

Nadie verá el suplicio de las sirenas

Vicente Huidobro, Temblor de cielo (fragmento)


(…) Aún suele verse en las noches el ojo que flota sobre el mar como una almendra desolada.
Aún suele verse el barco que pasa por el aire con las redes tendidas.
Aún suele verse al ahogado flotando entre dos aguas con el cuerpo luminoso.
Aún suele verse el velero como una cruz en su Gólgota interminable.
Aún suele verse a los piratas aferrados a la quilla flotante y al capitán colgado del palo mayor en alta mar.
Aún suele verse a la luz de un relámpago al timonero pálido con las barbas al viento.
Aún suele verse a la luz de un relámpago el caballo del rapto que se pierde a lo lejos.
Aún suele verse en las noches de luna la mano que flota.
Pero la pesca de sirenas con los cabellos enredados en las redes no ha vuelto a verse y en vano hemos esperado.
Hemos saludado todas las olas, hemos agitado nuestros sombreros y nuestros pañuelos, hemos jugado sus senos a los dados en la cubierta de miles de barcos. Todo inútil. Los cómplices del alba oyeron las flores en viaje, oyeron la marcha de la luz polar y otra vez la marcha del héroe hacia la edad de piedra.
Pero nadie verá el suplicio de las sirenas.
En vano levantáis los dedos señalando cada pliegue del mar o cada temblor en las nubes.
Yo os lo digo, ella está más escondida que la noche.
Un pájaro solitario como el mar se aleja lentamente, tal vez a causa de vuestros gritos.
Se aleja lentamente, he dicho, hacia las maravillas de su sueño propio. Se aleja llevándose el sentido de la tarde.
No es para vosotros el panorama secreto del naciente. ¿Qué sabéis vosotros de los encuentros en la eternidad?
Os repito, ella está más escondida que la noche al mediodía.
Inútilmente aparejamos hacia la venturosa exploración. Ni hacia las pescas impasibles apenas iluminadas por las luces internas del mar, apenas balanceadas por el silencio o la soledad.
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