Esta vejez de mi cuerpo y mi rostro
es de terrible cuchillo una herida.
No aceptaré resignarme.
Y a ti, Arte de Poesía, recurro
pues de remedios entiendes y logras
adormecer el dolor
plena de Imaginación y Palabra.Es de un terrible cuchillo la herida…
Ven a curarme, Poesía,
y haz que, ese instante, no sienta el suplicio.
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