6/8/10

Polvo, arena, fango y lodo

(La duda declarada, 10)
ēgm.


Digo: Resbalemos!
El chamán miró
a las brillantes monedas
y vio el sol
y no la sombra perniciosa
que se elevaba turbia en el desierto.
De aquellos polvos vienen estos lodos;
de aquellos fangos vienen estos polvos.
Dime: Ardelaire!

Oh, Percival:
hallaste el Grial?
A veces,
cuando voy, volvéis;
a veces, si volvéis, yo voy.
Sir Percival
demanda el Grial.

Dices: Ey, chiquito!
Demasiado sol, morenilla;
ay, tanto sol!
Se te ha puesto hasta el coño moreno
de tanto sol.

Mitos y mentiras,
espíritu cortadito a tiras.
El miedo, el miedo, no lo olvides,
está siempre ahí.
Arde el aire,
el mar hierve,
remolinos de fuego se inflaman
de las uñas del viejo dragón;
gime el monte,
llora el llano,
algún algo musita en las sombras
sin cadencia una antigua canción.
No lo olvides,
el miedo te espera ahí.
Ardelaire!

Ah la bella Genoveva,
rubia y sonriente,
en su casa junto al puente
como el río se me lleva.
No termina la función:
La máscara ahora es la cara,
de sus vértices avara,
y la cara es el telón.

Aquel día el chamán,
a cambio de unas pobres baratijas,
condujo al sabio etnólogo a la cueva
del desierto donde se ocultaba
desde incontables siglos
la estatua de madera del gran dios,
el gran antepasado de la tribu,
padre y madre de todos,
el Anciano del Mundo.

Oh sublime trabajo,
maravillosa talla!
Oh vida y real efigie de la vida!
Oh representación cierta de dios!
Atónito, mudo, paralizado
se quedó el sabio etnólogo.
Se sintió enamorado,
ávido, codicioso;
y después de negociar brevemente
con el necio chamán,
y en nombre de la ciencia,
recogió su botín
y, alborozado, huyó con él a Europa.

Y aquel día el chamán.
por nada, traicionó a toda su gente
y a sus antepasados.
Y el ego del etnólogo,
pensando ya en su pieza en el museo,
creció como una zarza.
Y el pueblo del desierto
se vio desposeído de su dios
y solo entre la arena.

Humanos: no os merecéis
el agua de que estáis hechos.
Polvo, arena, fango y lodo
en el hueco del corazón.
Ey, chiquito,
baila hasta que se te rompa el tacón!
Mientras tu linda morena
retuesta su coño al sol.
Sí, chiquito,
habla con Percival;
no pienses más en el precio
de la desesperación.

El aire arde.
Se despierta la bestia dormida,
el cínico dragón
que no olvida nunca sus tretas
y canta su arcana canción.
Arde, arde!
Acaso las acciones inocentes
son muchas veces culpables,
quizá,
y los besos impulsivos
pueden ser premeditados,
tal vez.

Pulsa el timbre.
Los ecos de los ecos se bifurcan.
Chica guapa; tipo astuto.
Comenzando el viejo juego
de la recuperación.
Pero la primavera pasa,
pasa el río y pasa el sol,
y en el centro de un círculo ciego
gira un cortejo ritual.
Si bien por las mañanas
todos los príncipes son ranas
e incluso las princesas
se vuelven sapos si las besas.
Ah! Ariene.
Pulsa de nuevo el botón.
No sabías que mentías
cada vez
que creías que decías
la verdad.
Et, tu, Brute?
Gira el cortejo ritual.
Y tú Ariana y tú Paquita y tú Amanda
y tú Mila y tú Simona y tú Marisa
y tú Colette y tú la bella Genoveva.
Lo único cierto es la incertidumbre.
Y de las dudas la herrumbre.

Puede que prefirieras
que el mundo fuera cuadrado
o aun plano,
pero es redondo.
Aire que arde.
Para ti el firmamento
es un enigma sin señal;
para el tiempo las estrellas
son mariposas en el mar.
Para el mar las mariposas
son colores de la sal.
Pero el tiempo para mí
es un sueño del que no hay despertar.

Arde, aire!
A veces, cuando volvéis,
sigo intentando aún ir. egm10
En las hojas de los sauces
murmura susurrante el temporal:
Barro y polvo,
fango y lodo
serán el pago que obtengas
de la desesperación.
Y Percival,
corre, jinete, cabalga!
no hallaba el Grial

_____________________
Santa Rosa, Barcelona. Enero 2010

referencias
El miedo, el miedo, no lo olvides: J. Conrad,
Lord Jim, 13. w google libros (pág 207)
Humanos: no os merecéis la carne de que estáis hechos:
Historias de la cripta (Tales from the cript). Caballero del diablo
Ah! Ariene:G, Apollinaire, Le musicien de Saint-Merry. w Ver entrada

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