25/10/10

Himno al dios de la tempestad

ēgm.


Oh dios de las tormentas, señor de la tempestad,
de la tempestad,
señor de los vientos, de las lluvias y del rayo destructor,
señor de la tempestad,
dueño del vendaval, del tornado y del rápido ciclón,
señor de la tempestad,
dueño del aguacero, de la riada y la funesta inundación,
señor de la tempestad,
dueño del trueno, del relámpago y del rayo destructor,
señor de la tempestad,
de la tempestad;

oh tú, señor, dueño del rápido ciclón,
dueño del vendaval, del tornado y del rápido ciclón,
oh tú,
dueño del vendaval devastador,
del vendaval devastador,
que levanta los tejados y a los árboles derriba
y hace retemblar las sólidas puertas de los palacios
oh tú,
dueño del tornado vortiginoso,
del tornado vortiginoso,
que alza las blancas casas hacia las nubes
y aplasta como mieses al orgulloso cedro y al ciprés,
oh tú,
dueño del rápido ciclón,
del rápido ciclón,
que arrasa hermosas villas y grandes ciudades
dejando tras de sí la muerte y la desolación,
oh tú, señor,
dios de las tormentas, señor de la tempestad,
de la tempestad;

oh tú, señor, dueño de la funesta inundación,
dueño del aguacero, de la riada y la funesta inundación,
oh tú,
dueño del aguacero persistente,
del aguacero persistente,
que confina a las fieras en sus ocultas guaridas
y a los hombres en la húmeda oscuridad de sus moradas,
oh tú,
dueño de la riada impetuosa,
la riada impetuosa,
que anega las verdes riberas y las vegas feraces
arruinando las abundantes y nutricias cosechas
oh tú,
dueño de la funesta inundación,
la funesta inundación,
que revuelve las negras tierras con las tumultuosas aguas
y a los hombres con las bestias en mortífera confusión,
oh tú, señor,
dios de las tormentas, señor de la tempestad,
de la tempestad;

oh tú, señor, dueño del rayo destructor,
dueño del trueno, del relámpago y del rayo destructor,
oh tú,
dueño del trueno ensordecedor,
del trueno ensordecedor,
que atemoriza al bravo guerrero sobre las almenas
y espanta a las feroces alimañas de la selva,
oh tú,
dueño del relámpago deslumbrante,
del relámpago deslumbrante,
que ilumina la aguzada lluvia con azulada luz
y ciega a aquel que osa mirarlo de frente,
oh tú,
dueño del rayo destructor,
del rayo destructor,
que hiende la altanera y enhiesta roca
e incendia los anchurosos campos y los tupidos bosques,
oh tú, señor,
dios de las tormentas, señor de la tempestad,
de la tempestad;

oh dios de las tormentas, señor de la tempestad,
de la tempestad,
deja que el viento corra y que galope el ciclón,
señor de la tempestad,
deja que la lluvia anegue el mundo durante meses,
señor de la tempestad,
deja que el rayo resquebraje los peñascos y las murallas,
señor de la tempestad,
mas líbranos de los necios, de los sandios y mentecatos,
líbranos de los engreídos, arrogantes y presuntuosos,
de los mezquinos, ególatras y desagradecidos,
y líbranos,
señor de la tempestad,
de todos aquellos que hacen la vida del ser humano
más difícil aún de lo que ya es sobre la Tierra,
señor de la tempestad,
y arrástralos con tu vendaval desenfrenado,
y ahógalos en tus torrentes impetuosos,
y fulmínalos con tu rayo exterminador,
señor de la tempestad.

Dios de las tormentas, señor de la tempestad,
de la tempestad,
entono este sacro himno en tu loor,
en tu loor.

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Santa Rosa, Barcelona. Octubre 2010

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