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Este texto de Carlos Castaneda (Una realidad aparte, editorial Fondo de Cultura Económica) lo leí con 18 años aunque no lo recordaba; lo encontré recientemente trasteando en la red. Es cierto que con el tiempo ves que has seguido uno u otro camino, pero la mayor parte de las veces no eliges el camino, el camino es el que te elige a ti. Y que un camino sin corazón no es un camino, es solo un laberinto con salida al vacío.
Ángel Gutiérrez (Ángel GZ) me dejaba los libros de Castaneda.
Cualquier cosa es un camino entre otros muchos caminos. Por eso debes tener siempre presente que un camino es sólo un camino; si sientes que no deberías seguirlo, no debes permanecer en él bajo ninguna condición. Para poseer esa claridad debes llevar una vida disciplinada. Sólo entonces sabrás que un camino es nada más un camino, y no es vergonzoso, ni para ti ni para otros, el dejarlo si eso es lo que tu corazón te dicta. Pero tu decisión de seguir en el camino o de dejarlo debe estar libre de miedo y de ambición.
Te prevengo. Mira cada camino de cerca y con atención. Pruébalo tantas veces como creas necesario. Luego hazte a ti mismo, y solamente a ti, una pregunta. Es una pregunta que solo se hace un hombre muy viejo. Mi benefactor me habló de ella una vez cuando yo era joven, y mi sangre era demasiado vigorosa para que yo la entendiera; ahora sí la entiendo. Te diré cuál es: "¿Tiene corazón este camino?". Todos los caminos son lo mismo, no llevan a ninguna parte. Son caminos que atraviesan o se internan en la espesura. Puedo decir que en mi propia vida he recorrido caminos muy largos, pero no estoy en ninguna parte. Ahora tiene sentido la pregunta de mi benefactor. ¿Tiene corazón este camino? Si lo tiene, el camino es bueno; si no, de nada sirve. Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. El otro te hará maldecir tu vida. Uno te hará fuerte; el otro te debilitará.
El problema es que nadie se hace esta pregunta. Y cuando alguien termina por comprender que ha seguido un camino sin corazón, el camino ya está a punto de matarlo. En ese momento son pocos los que pueden detenerse a pensar y abandonar este camino. Un camino sin corazón nunca podrá ser disfrutado. Tendrás incluso que esforzarte para recorrerlo. En cambio un sendero con corazón es fácil, no te obligará a forzarte para disfrutar de él.
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Ángel Gutiérrez (Ángel GZ) me dejaba los libros de Castaneda.
Cualquier cosa es un camino entre otros muchos caminos. Por eso debes tener siempre presente que un camino es sólo un camino; si sientes que no deberías seguirlo, no debes permanecer en él bajo ninguna condición. Para poseer esa claridad debes llevar una vida disciplinada. Sólo entonces sabrás que un camino es nada más un camino, y no es vergonzoso, ni para ti ni para otros, el dejarlo si eso es lo que tu corazón te dicta. Pero tu decisión de seguir en el camino o de dejarlo debe estar libre de miedo y de ambición.
Te prevengo. Mira cada camino de cerca y con atención. Pruébalo tantas veces como creas necesario. Luego hazte a ti mismo, y solamente a ti, una pregunta. Es una pregunta que solo se hace un hombre muy viejo. Mi benefactor me habló de ella una vez cuando yo era joven, y mi sangre era demasiado vigorosa para que yo la entendiera; ahora sí la entiendo. Te diré cuál es: "¿Tiene corazón este camino?". Todos los caminos son lo mismo, no llevan a ninguna parte. Son caminos que atraviesan o se internan en la espesura. Puedo decir que en mi propia vida he recorrido caminos muy largos, pero no estoy en ninguna parte. Ahora tiene sentido la pregunta de mi benefactor. ¿Tiene corazón este camino? Si lo tiene, el camino es bueno; si no, de nada sirve. Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. El otro te hará maldecir tu vida. Uno te hará fuerte; el otro te debilitará.
El problema es que nadie se hace esta pregunta. Y cuando alguien termina por comprender que ha seguido un camino sin corazón, el camino ya está a punto de matarlo. En ese momento son pocos los que pueden detenerse a pensar y abandonar este camino. Un camino sin corazón nunca podrá ser disfrutado. Tendrás incluso que esforzarte para recorrerlo. En cambio un sendero con corazón es fácil, no te obligará a forzarte para disfrutar de él.
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