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Cuentecillo incluido en una recopilación de fabulas breves y divertidas de finales del siglo 15, conocida como el Ysopete o Esopete Ystoriado, supuestamente escritas por Esopo.
Poge, florentino, cuenta que en otros tiempos uno llamado Nero de Paçis, entre los otros florentinos de su época, era muy sabio y prudente y muy rico. Y este Nero tenía una hija muy hermosa a la cual él dio en casamiento a un hombre no menos hermoso, rico y de buen linaje, el cual después de las bodas la llevó consigo a un castillo donde él era señor cerca de Florencia. Y después de cierto tiempo de recién casado trajo a su esposa y mujer a la casa del padre como es costumbre de hacer en algunos lugares ocho días después de las bodas. Y cuando esta recién casada llegó a casa de su padre no mostraba mucha alegría sino que, cuando la miraban, inclinaba su vista al suelo como melancólica y llena de pensamientos. Y cuando la madre vio a su hija tan pensativa y doliente le preguntó la causa de su dolor diciendo:
―¿Cómo os va, mi amada hija? ¿Qué os falta? ¿No encontráis las cosas a vuestra voluntad y placer? ¿Por qué estáis tan melancólica?
La hija respondió llorando muy tiernamente:
―¡Ay, mi madre! Vos no me habéis casado con un hombre, pues lo que un hombre debe tener éste no lo tiene. Pues él tiene muy pequeña la parte del miembro de generación por el que se hace el casamiento.
Y de esto fue la madre muy triste y muy airada por haber tenido tal fortuna. Y se fue a su marido Nero y comenzó a contarle la materia tal como su hija le había dicho. Y él fue grandemente airado y triste. Y aun estas nuevas fueron manifestadas por toda la casa a los amigos de la esposa, por lo cual todos fueron muy maravillados de cómo tan hermoso mancebo era indigente en la tal parte del cuerpo para el caso de la generación. Fueron mientras tanto puestas las mesas y el esposo acompañado de sus más cercanos parientes y amigos fueron alegremente a sentarse a la mesa, a pesar de que los parientes de ella fueran muy tristes y pensativos. Y cuando el recién casado vio que los suyos eran alegres y los parientes de su esposa tristes, él les ruega que le digan por qué son tristes pero ninguno le respondió. Mas aún otra vez les demanda cuál era la causa de su tristeza y respondió uno de los más liberales y díjole en secreto:
―Cierto, mi amigo, tu esposa nos ha dicho que tú no eres hombre para cumplir matrimonio.
Y cuando esto oyó el esposo comenzó a reír en alta voz y dijo a todos:
―Poned buena cara y tened placer pues pronto será la causa de vuestro dolor pasada.
Y él iba vestido de una ropa corta. Y desatada su bragueta debajo de la mesa, muestra delante de toda la compañía un miembro harto grande y conveniente a generación, del cual todos fueron muy alegres, y los hombres lo deseaban tener como él, y las damas que sus maridos lo tuviesen tan grande y fuesen así de bien fornidos. Y esto visto, algunos de los parientes de la esposa se acercaron a ella y le dijeron:
―Tú te equivocas al quejarte de un tal hombre a quien la naturaleza tan bien proveyó del miembro por el que tú le acusas cuando deberías estar bien contenta.
Y así la reprendían por la locura que la había tomado.
Respondió entonces la recién casada:
―¿Por qué me reprendéis? Pues yo no me quejo sin causa. Nuestro asno pequeño, que es una bestia bruta, tiene un miembro gordo y largo como mi brazo. Y mi marido, que es hombre, tiene apenas la mitad.
Y así pensaba la simple que los hombres son tan bien fornidos como los asnos.
Y por eso se dice comúnmente: "Mucho más falta de lo que el loco se piensa".
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Cuentecillo incluido en una recopilación de fabulas breves y divertidas de finales del siglo 15, conocida como el Ysopete o Esopete Ystoriado, supuestamente escritas por Esopo.
Poge, florentino, cuenta que en otros tiempos uno llamado Nero de Paçis, entre los otros florentinos de su época, era muy sabio y prudente y muy rico. Y este Nero tenía una hija muy hermosa a la cual él dio en casamiento a un hombre no menos hermoso, rico y de buen linaje, el cual después de las bodas la llevó consigo a un castillo donde él era señor cerca de Florencia. Y después de cierto tiempo de recién casado trajo a su esposa y mujer a la casa del padre como es costumbre de hacer en algunos lugares ocho días después de las bodas. Y cuando esta recién casada llegó a casa de su padre no mostraba mucha alegría sino que, cuando la miraban, inclinaba su vista al suelo como melancólica y llena de pensamientos. Y cuando la madre vio a su hija tan pensativa y doliente le preguntó la causa de su dolor diciendo:
―¿Cómo os va, mi amada hija? ¿Qué os falta? ¿No encontráis las cosas a vuestra voluntad y placer? ¿Por qué estáis tan melancólica?
La hija respondió llorando muy tiernamente:
―¡Ay, mi madre! Vos no me habéis casado con un hombre, pues lo que un hombre debe tener éste no lo tiene. Pues él tiene muy pequeña la parte del miembro de generación por el que se hace el casamiento.
Y de esto fue la madre muy triste y muy airada por haber tenido tal fortuna. Y se fue a su marido Nero y comenzó a contarle la materia tal como su hija le había dicho. Y él fue grandemente airado y triste. Y aun estas nuevas fueron manifestadas por toda la casa a los amigos de la esposa, por lo cual todos fueron muy maravillados de cómo tan hermoso mancebo era indigente en la tal parte del cuerpo para el caso de la generación. Fueron mientras tanto puestas las mesas y el esposo acompañado de sus más cercanos parientes y amigos fueron alegremente a sentarse a la mesa, a pesar de que los parientes de ella fueran muy tristes y pensativos. Y cuando el recién casado vio que los suyos eran alegres y los parientes de su esposa tristes, él les ruega que le digan por qué son tristes pero ninguno le respondió. Mas aún otra vez les demanda cuál era la causa de su tristeza y respondió uno de los más liberales y díjole en secreto:
―Cierto, mi amigo, tu esposa nos ha dicho que tú no eres hombre para cumplir matrimonio.
Y cuando esto oyó el esposo comenzó a reír en alta voz y dijo a todos:
―Poned buena cara y tened placer pues pronto será la causa de vuestro dolor pasada.
Y él iba vestido de una ropa corta. Y desatada su bragueta debajo de la mesa, muestra delante de toda la compañía un miembro harto grande y conveniente a generación, del cual todos fueron muy alegres, y los hombres lo deseaban tener como él, y las damas que sus maridos lo tuviesen tan grande y fuesen así de bien fornidos. Y esto visto, algunos de los parientes de la esposa se acercaron a ella y le dijeron:
―Tú te equivocas al quejarte de un tal hombre a quien la naturaleza tan bien proveyó del miembro por el que tú le acusas cuando deberías estar bien contenta.
Y así la reprendían por la locura que la había tomado.
Respondió entonces la recién casada:
―¿Por qué me reprendéis? Pues yo no me quejo sin causa. Nuestro asno pequeño, que es una bestia bruta, tiene un miembro gordo y largo como mi brazo. Y mi marido, que es hombre, tiene apenas la mitad.
Y así pensaba la simple que los hombres son tan bien fornidos como los asnos.
Y por eso se dice comúnmente: "Mucho más falta de lo que el loco se piensa".
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